Ser Fake, no ser fake

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Ser Fake, no ser fake

En todos estos meses recibimos algunos mails muy, muy raros. Por ejemplo, de personas de distintas partes de Asia y África que nos pedían una invitación formal al congreso para que pudieran venir. No quieren que les paguemos los pasajes ni les consigamos alojamiento, sino simplemente que emitamos un certificado mediante el cual ellos pueden financiar el viaje desde sus universidades o empresas. Todos ellos entusiasmadísimos en la vida y obra de Gombrowicz, aunque sus temas de estudio sean la literatura medieval en Oriente, o el uso de maquinaria agrícola (es real).

Cuando googleamos a esta gente (porque es todo muy sospechoso) descubrimos que son todos fakes. No hay rastros de sus nombres o mails en Internet, sus empresas son fantasmas, las facultades a las que dicen pertenecer no existen, y así.

Nuestra hipótesis es que se trata de un tongo. O sea: nos imaginamos que hay alguna clase de agente en Ghana, o en Nigeria, o de donde sea que salgan esos mails, que se dedica a conseguir esos papeles, que le permiten armar visas o permisos para entrar o salir del país, y que vende a clientes que ya les encargaron el trabajo con anticipación.

Hoy decidimos hacer una excepción y, por primera vez, otorgar ese certificado que nos piden a uno de ellos. Un poco por sentido del humor, o por atravesar una experiencia antropológica, o porque esta persona en particular insistió más que las otras, o por lo que sea.

Y entonces lo googleamos, y existe, o bien es un fake muy bien construido. Se trata de un Doctor en Literatura Moderna que vive en Riad y que obtuvo títulos en la Universidad de Michigan y la King Saud University. Es periodista, escribe notas, tiene Facebook y una hija muy linda que vive en el extranjero.

Ojalá que este hombre de bigote y turbante exista de verdad. Ojalá que haya leído a Gombrowicz y venga, y escuche los debates, y participe, y nos deje todavía más sorprendidos de lo que ya estamos.

Porque si hay algo que pasa con el Congreso Gombrowicz es eso: en ningún momento dejamos de sorprendernos. Gombrowicz hubiera estado feliz.

Fake Rubber Stamp