Se reedita Ferdydurke en Argentina

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Se reedita Ferdydurke en Argentina

Escuchaste hablar de Gombrowicz, te recomendaron Ferdydurke, vas a la librería, preguntás por el libro pero no, no lo tienen. Está agotado. Agotado desde hace una década. Pero entonces unos loquitos se ponen a mover el avispero, y arman un evento chiquito que crece, que crece, y el I Congreso Internacional Witold Gombrowicz pasa de ser una promesa a ser un hecho, y desde París Rita Gombrowicz pide que se reedite, y El Cuenco de Plata arma la mejor edición en español que se hizo desde la primera (Argos, 1947), con una tapa que no vas a poder creer, con un prólogo de Virgilio Piñeira (el presidente del comité de traducción de Ferdydurke) y con una contratapa que escribió Germán García para la ocasión.

¿Querés tener la versión nueva de Ferdydurke? Venite al Congreso Gombrowicz (Biblioteca Nacional, del 7 al 9 de agosto), porque ahí lo vas a conseguir antes que en ninguna otra parte. Antes de que se agote.

¿Querés leer  la contratapa ya ya ya? En adelanto exclusivo, acá te la dejamos:

“Inicio de Ferdydurke: “El martes me desperté a esa hora inanimada y nula en que la noche ya está por terminar y sin embargo todavía no ha nacido el alba”. El rapto del narrador y el rapto del lector, es a la vez simultáneo y divergente. El narrador se convierte en protagonista de una aventura insólita y el lector, entre la risa y el asombro, descubre la irrisión de sus convicciones literarias.

Fui raptado por Ferdydurke cuando salía de la adolescencia, cuando al entrar en la juventud tuve la certeza de que la literatura estaba en el horizonte de mi vida. ¿Qué podía encontrar mejor que Ferdydurke? Nunca me separé de ese libro, nunca dejé de leer a Witold Gombrowicz.

Ferdydurke concluye con “el nuevo atrapamiento” porque librarse de un rapto que se realiza en nombre de ese juego de lenguaje que se llama la educación –cualquiera que sea– es convertirse en el portador de una forma que sólo se abandona por otra.

El rapto es retorno a la juventud y la huida de esa juventud (de la colegiala en la intriga con el viejo) conduce al peoncito. Las formas que caen dejan al personaje en una fuga sin fin, con la cara entre las manos.

El infierno cómico de Ferdydurke, donde el adulto no puede guiar al joven y el joven no puede guiar al adulto, pasa por círculos compuestos por una serie de personajes que, como en el cine mudo, invitan a una risa silenciosa.

Witold Gombrowicz es un maestro de la comicidad que descubrió que el hombre no quiere ser Dios, sino que quiere ser joven. ¿No parece cierto?. Ya hablaremos.” (Germán García)